Sábado 7

Si pudiera echar la vista atrás cada vez que recuerdo mi pasado y, pudiera ver algo más que pequeños trozos de mi infancia: como un padre grande y barbudo, protegiéndome y enseñándome todo lo que necesitaba saber, una madre hermosa con un pelo largo que siempre estaba cuando el corazón se me encogía; luego estaban aquellas tardes lluviosas con los rayos centelleando el cielo oscuro mientras un pequeño niño contaba mentalmente los segundos, aterrado, para saber a cuántos kilómetros estaba de estar a salvo; el humo de tabaco de mi padre desfigurando su rostro apenas iluminado por la lamparita de noche, concentrado en su lectura, o mientras hablaba con mi madre o mi tío.

Siempre sentí ser un espectador de mi propia vida. Agazapado en una esquina de la habitación, como una bestia, viendo ese mundo que me sonreía.

Aunque sí que había veces en los que echaba la vista atrás y me encontraba cogiendo la cabeza de mi madre mientras lloraba, y yo le cantaba canciones de cuna para que se durmiera en una habitación que no era más que una pocilga oscura y húmeda. A veces, muy pocas en verdad, rememorabas cuando tu padre discutía con tu madre y te dejaban entretenido con una película -maldita y estúpida película que terminé detestando sin saber por qué – y los gritos y los silencios se repetían como en una partida de tenis. Oías los llantos y las palabras de consuelo. Y no entendías muy bien por qué pasaba eso, si tus padres se querían.

Y volvían los flashback en modo de escenas sencillas y tiernas: tú intentando que tus padres se cogieran de la mano cuando iban por la calle; tú llorando cuando mamá se iba de casa porque solamente podías pasar los fines de semana con ella; tú llorando en tu cuarto porque no tenías a nadie con quién cobijarte cada vez que discutías con tu padre; tú solo, siempre solo, hablando con tus hermanos invisibles, hablándole a las cortinas, a los peluches y a los árboles.

Tú, en el fondo de una manta, con los ojos cerrados con fuerza rezando, por primera vez en tu vida, para que tus padres volvieran a estar juntos.

Tú triste

Tú olvidando.

Tiene gracia que me pregunte por qué me cuesta tanto recordar.

2 comentarios sobre “Sábado 7

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s